Editorial

El caso de Vargas nos ha demostrado la alta vulnerabilidad de los productos de un estilo de desarrollo que se ha edificado contra la naturaleza. Lo ocurrido nos está permitiendo desmitificar una de las grandes creencias ingenieriles que alimentan la imaginería popular venezolana: Pérez Jiménez no fué tan buen constructor. Vargas nos está indicando el desconocimiento de la dinámica natural de quienes construyen nuestra infraestructura de servicios, nuestras edificaciones particulares. Hoy sabemos que no es suficiente planificar, diseñar y construir sobre la base de cálculos de períodos de retorno de diez o veinte años para los eventos naturales que moldean la epidermis de la tierra. La vialidad y el diseño de la red de servicio del litoral debe ser repensada en función de la ocurrencia de eventos extraordinarios, de baja frecuencia pero de gran impacto Resulta imposible prevenir sin una red de sistemas de alerta temprana de las amenazas hidrogeomorfológicas con adecuada cobertura. Es un riesgo ocupar los lechos excepcionales de los ríos. Las figuras de régimen de administración especial como la de Parque Nacional, son insuficientes: las islas de conservación son un eufemismo si no se incide en el océano de destrucción permisivo.

Vargas nos obliga a los científicos y planificadores interesados en la formulación del nuevo proyecto de país, que aún espera por sus primeros esbozos, a ir construyendo el conocimiento para alcanzar condiciones de vida que se ajusten a las premisas de la sostenibilidad ambiental, comprendiendo que cualquier éxito en este sentido necesariamente pasa por educar a la gente, no sólo para que sepa vivir con el riesgo de amenazas que propicia un jugador a veces errático como lo es la naturaleza, si no también para inculcar la cultura de la solidaridad, la cooperación, el respeto y que eviten que vuelvan a producirse las acciones de podredumbre humana: violaciones, ajusticiamientos, vandalismo, que presenciamos en diciembre pasado. Ojalá utilicemos las duras enseñanzas de Vargas para construir en lo ecológico, en lo social y fundamentado en la revisión de nuestros valores como sociedad, el nuevo país que algunos nos atrevemos por lo menos a soñar.