- Año de Fundación de la UCV: 1721
- Rector: Dr. Victor E. Rago A.
- Ubicación: Edificio El Rectorado UCV.
Discurso de orden pronunciado por la Rectora de la UCV, profesora Cecilia García-Arocha, durante el acto de conmemoración de los 70 años de la creación de la Facultad de Odontología.
En la sucesión permanente de las escenas del mundo señala Leibnitz (se pronuncia igual), citado por Vivas López, “es del pasado que surge el presente y es del presente que surge el porvenir”.
Así, conmemorar 70 años de la creación de la Facultad de Odontología, obliga a una mirada hacia el ayer y a proyectar hacia mañana los anhelos, esperanzas, aspiraciones de una profesión que, nacida en la antigüedad como oficio de práctica primitiva, alcanza derroteros científicos de la mano de quienes estudiosos, investigadores, apasionados creyentes en las posibilidades individuales y colectivas para la construcción, superaron obstáculos de diversa índole, de los que no escaparon los de carácter político, los del escepticismo, para edificar desde el punto de vista científico- académico, la institución odontológica.
Febres Cordero en su obra “Orígenes de la Odontología” pretende desvirtuar la leyenda o la falsa creencia de que el ejercicio de la profesión odontológica comenzó en los salones de los barberos y por ello, éstos deben considerarse como los legítimos antepasados de nuestros odontólogos. No niega Febres que en algunos momentos hacían actividades propias de lo que hoy es la profesión, pero en ello no radica el origen de la Odontología. Sus investigaciones, que se remontan a las márgenes del Nilo y la antigua Mesopotamia, le llevan a afirmar que el origen de la Odontología se confunde con el de la Medicina y que fueron médicos los primeros practicantes de esta disciplina. No es esta la ocasión para entrar a profundizar en ello, pero sí resulta importante señalar que no le fue fácil el camino a la Odontología, subyugada a la profesión médica, para alcanzar el reconocimiento como verdadera profesión científica de rango universitario. En Venezuela, la reforma que en el orden jurídico y académico contenía la nueva constitución universitaria, no alcanzó a la Odontología y no es sino hasta 1853 cuando se expide el primer título de cirujano dentista a Don Vicente Toledo, naciendo así la Odontología venezolana del seno de nuestra primera casa de estudios. Los avances en ciencia y tecnología, la incorporación de los aspectos humanísticos y sociales a sus planes de estudio, el papel protagónico de nuestros predecesores en las luchas por la autonomía universitaria, confieren a la Odontología además de ese carácter científico, uno de gran valor, el de la irreductible dignidad.
En 1897 el código de instrucción pública dispone la creación de la primera escuela dental adscrita a la Facultad de Ciencias Médicas. El 28 de julio de 1922 se instala la primera escuela dental, teniendo al viejo Claustro de San Francisco como sede y al Dr. Augusto Adolfo Nouel como director.
Refiere Vivas López que como para aquella época el concepto científico de la profesión estaba aún tan bajo, reinando el intrusismo, se hacía de imperiosa necesidad fortalecer las filas de la Odontología con nuevos titulares que vinieran entusiastas y decididos a engrosar las filas y sumar sus esfuerzos a los de los pocos, que desde el seno de la sociedad dental de Caracas, venían sosteniendo una enérgica campaña por el progreso y la dignificación de la Odontología Venezolana, fue así como en octubre de 1923 fue puesta en funcionamiento aquella escuela de dentistería de la UCV: sus docentes Luis María Cottón, José Izquierdo, César Anzola, Jacinto Nouel, Julio Vivas López, entre otros, asumieron ad honorem la tarea, hasta que en 1924 le fue asignada a la escuela un presupuesto.
Aquella incipiente escuela de dentistería fue, al decir de Vivas López, ya citado, como la primera piedra de los cimientos sobre los cuales debió afianzarse y robustecerse la evolución de la enseñanza técnica y científica de los estudios odontológicos en Venezuela, la que alcanza con el pasar de los años el sorprendente desarrollo y organización que hoy ostenta. Fue al abrigo de aquellos vetustos salones de la rudimentaria escuela de dentistería, llenando vacíos y venciendo valientemente los tropiezos, las deficiencias y las dificultades como cumplieron sus estudios los alumnos de la primera promoción quienes obtienen su título en 1925: Raúl García-Arocha, Teobaldo Camejo, Ramón Ríos González, Luis M. Arzuaga, Cornelio Campos Cárdenas, Miguel Ángel Arraez, Rafael Irigoyen, Jacinto Torres Rosales, Francisco Anglade, Ernesto Isea Sanabria, José Félix Osorio, Ignacio Cañas, Héctor Mejía, Luis M. Arreaza.
Al no pretender con nuestra intervención asumir el rol de historiadora ni hacer un estricto relato cronológico, que el tiempo además no permite, es posible realizar lo que pudieran identificarse como saltos en la historia, para así resaltar aspectos de interés en este relato, sin que ello signifique desdeñar aspectos y/o personas de fundamental valor en la existencia de nuestra facultad. Con esta salvedad, a modo de paréntesis, retomamos este recuento:
Una propuesta de reforma al plan de estudios de la escuela de dentistería surge de la Federación Odontológica Venezolana, presidida por Foción Febres Cordero; la situación política imperante para la época (1934), exigía del apoyo oficial para llevar a cabo esta reforma, lo que no pudo lograrse. Prevalecieron egoísmo, incomprensión sobre sacrificios, y nobles y abnegadas contribuciones que perseguían una meta: un legítimo anhelo de superación.
Luego del fallecimiento del dictador Juan Vicente Gómez se reanuda la campaña pro reforma de los estudios, aprobándose en 1936 un proyecto presentado por García-Arocha y Febres Cordero, aquí se transcurre por nuevas vicisitudes y férreas críticas. Destaca la posición del Rector para la época Salvador Córdoba, en apoyo a este propósito y más adelante el Rector Antonio José Castillo, quien se había manifestado en contra de éste, da marcha atrás a su posición formulando una declaración calificada por Febres como sensacional “la escuela de dentistería gozará de completa autonomía para estudiar y resolver por si misma los asuntos que le son propios”.
Al decir del citado Febres Cordero, esta trascendental declaración, cancelaba 84 años de total subordinación a que estuvo sometida la escuela de dentistería, aunque hace la salvedad que durante un breve paréntesis de dos años el director de la escuela de dentistería formó parte del Consejo Universitario.
Vuelve el entusiasmo, se reinicia el trabajo y se formula a través de una comisión integrada por García-Arocha, Febres Cordero, Antonio Carrillo, Rutilio Martini, Betancourt Ravard, Ignacio Amundaray, un nuevo plan de estudios. A partir del 15 de julio de 1940 una nueva ley regirá la educación en el país, una era de singular trascendencia se abre para la odontología venezolana. Ella crea un nuevo concepto, una nueva actitud, no solamente universitaria, sino pública.
Como culminación histórica de un difícil proceso se ha calificado la fecha del 24 de julio de 1940. La promulgación de esta ley da origen a la creación de la Facultad de Odontología. Iniciándose así, en palabras de quienes nos precedieron, “una nueva etapa forjada en el estudio, la eficiencia profesional y el interés social”. La profesión alcanza la jerarquía e independencia que le corresponde.
Rutilio Martini, su primer Decano; Gustavo Cottón, Mauricio Báez, Zubillaga Perera, Isea Sanabria, Héctor Mejía, Araujo Carrillo, Raúl Vincentelli, Tomás Martorano, Randolfo Villalobos, Contreras Machado, Ríos González, Hugo Paolini, Zurita Medina, Ernesto Peñuela, Víctor Longobardi, Torres Partidas, Raimundo Alfredo Gómez, Rogelio Velazco, Joffre Nouel, Carlos León Díaz, Guillermo Mazzei, Cecilia Morreo, José Ramón Russian, citados entre otros por Febres Cordero, a los que se unen Humberto García Arocha, José Odaly, Anzola Carrillo, José Avelino Cartaya y Armando Soto Rivera, han sido hacedores y/o continuadores de este proceso junto a Raúl García Arocha y el propio Febres. Correspondiendo importante papel a los estudiantes de la época Héctor Bescanza, Julio Alfonzo Vaz y Rafael Huncal.
Los años subsiguientes representan una serie de cambios: es aprobada la Ley de Ejercicio de la Odontología, que crea el Colegio de Odontólogos de Venezuela y consagra los derechos y deberes profesionales. En 1946 la Facultad es reorganizada totalmente, progresos estos que se perfeccionan al ser promulgado el estatuto orgánico de las universidades nacionales.
El acontecer político se ve perturbado por el derrocamiento de Medina Angarita para ser sustituido por una junta provisional de gobierno, que es sucedida posterior a libres elecciones, por Rómulo Gallegos, sin embargo de nuevo se hace presente la insurgencia; la junta de gobierno que suplanta al derrocado Gallegos y que preside Suárez Flamerich, despoja a la Universidad de su autonomía y designa el consejo de reforma. Como grave e inmediata consecuencia ocurre la división de profesores y estudiantes en grupos antagónicos, son destituidas las legítimas autoridades universitarias, así como un importante grupo de docentes y expulsados 137 estudiantes, sometido a prisión y desterrado posteriormente Humberto García Arocha, junto a Febres Cordero.
Imperan el terror y la coacción como armas utilizadas por la policía política de la época: la Seguridad Nacional. Rige la Nación el régimen presidido por Marcos Pérez Jiménez. Durante siete años la Facultad padece la acción de conceptos distintos de la moral y principios sustentados por sus fundadores.
Es el 23 de enero de 1958 cuando se impone la voluntad de un pueblo que ha luchado por su libertad, poniendo fin al oprobioso régimen.
La Universidad, protagonista de luchas y trabajo, casa donde la sombra es vencida por el talento, por la generación de conocimientos, por su esencia democrática, donde hombres y mujeres se forman como profesionales y ciudadanos, se hace presente en este momento de la historia para ratificar los principios, que expresados en su doctrina, orientan hacia el encuentro del saber y la verdad, encuentro que sólo es posible cuando existe libertad.
Y se abre un camino de esperanza, después de largos años de brutal represión se inicia un período de transición hacia el sistema democrático, una Junta Militar en un principio es encabezada por Wolfgang Larrazábal, a los pocos días con la renuncia de los militares se incorporan los civiles Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, regresan los líderes políticos que habían sido desterrados Jóvito Villalba, Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, Gustavo Machado, comienza una nueva etapa en la historia venezolana.
Una etapa nueva también comienza para la Universidad, el decreto nº 17 del 3 de febrero de 1958, considera necesario “reiniciar cuanto antes el funcionamiento de las universidades nacionales con el firme propósito de devolver a ellas su autonomía en el orden docente y administrativo“. Al efecto se crea una comisión universitaria integrada por Francisco de Venanzi, quien la preside, Rafael Pizani, Ismael Puerta Flores, Rubén Coronil, Raúl García Arocha, Armando Vegas, José Luís Salcedo Bastardo, Jesús Maria Bianco, Marcelo González Molina, Héctor Hernández Carabaño, Francisco Urbina, Ernesto Maíz Vallenilla y el Br. Edmundo Chirinos, por acuerdo dictado por esta comisión se reincorporan los profesores que habían sido separados de sus cargos por su firme actitud en defensa de la autonomía, en acto público y solemne se celebra tal reincorporación.
Quedó evidenciado, en palabras de de Venanzi al regreso de estos docentes, que “es la resistencia de la gente que piensa y que sabe contra el predominio de la fuerza y la violencia, uno de los factores capitales en el fortalecimiento de una vida digna y democrática”.
Una nueva Ley de Universidades es dictada el 5 de diciembre de 1958.
La Universidad recupera el ejercicio de su soberanía. En palabras de Febres ”disipadas las sombras de la dictadura otra vez brillan las luces de su espíritu y un canto de renovada fe en la libertad resuena en sus aulas. Una vez más y así habrá de serlo siempre, la Universidad recupera por la fuerza del derecho, la autoridad que sólo puede serle arrebatada por el imperio de la fuerza”.
Vale la pena señalar que durante el período de democracia no estuvo ajena la Universidad a ser lesionada en su autonomía, es así como un movimiento de renovación académica surgido en 1969 crea malestar y preocupación en el gobierno presidido por Rafael Caldera, quien apoyado por los dos mayores partidos políticos cede, en palabras de Alexis Márquez Rodríguez, a las presiones militares y decide violar la autonomía e intervenir la Universidad, es así como el 29 de noviembre de 1969 se produce el allanamiento y presencia militar en la UCV, fueron tomadas todas las instalaciones universitarias siendo desalojadas las residencias estudiantiles así como las personas que se encontraban a esa hora en el recinto universitario. En los días siguientes se convulsionó el ambiente ucevista ya que es destituido el Rector Jesús María Bianco, se designan autoridades interinas produciéndose movimientos estudiantiles y profesorales en protesta. Se realiza en el congreso una reforma de la Ley de Universidades, dicha reforma mantuvo el sistema autonómico pero redujo sus alcances a fin de obtener un mayor poder de injerencia del gobierno en la vida de las universidades, sin embargo amplía y precisa el concepto de autonomía, al otorgar:
1 Autonomía organizativa, en virtud de lo cual las universidades podrán dictar sus normas internas.
2 Autonomía académica, para planificar, organizar y realizar los programas de investigación, docentes y de extensión que fueran necesarios para el cumplimiento de sus fines.
3 Autonomía administrativa para elegir y nombrar sus autoridades y designar su personal docente, de investigación y administrativo.
4 Autonomía económica y financiera para organizar y administrar su patrimonio.
Además, consagra la libertad y pluralidad de cátedra, destaca que la enseñanza universitaria se inspirará en un definido espíritu de democracia, de justicia social y de solidaridad humana y estará abierta a todas las corrientes del pensamiento universal, las cuales se expondrán y analizarán de manera rigurosamente científica.
En el transcurrir de estos acontecimientos se origina un movimiento de defensa de la autonomía liderizado, entre otros, por el Dr. Raúl García Arocha, para la fecha Decano de la Facultad de Odontología, quien presenta ante la Comisión Especial de la Cámara de Diputados que elaboró el Proyecto de Reforma parcial de la Ley de Universidades, serios planteamientos que justificaban la oposición a dicha reforma, entre los que se destacan lo inoportuno de ésta, el carácter anti autonómico del Proyecto, al constituir un freno al desarrollo nacional. Destacaba, además, que dicha reforma dejaba totalmente de lado los aspectos educacionales y pedagógicos de la enseñanza superior, así como todo lo relativo a las estructuras del sistema educativo universitario y al régimen de estudios.
El transcurrir de 1999 trae al país cambios que se han profundizado con repercusiones controversiales y difíciles situaciones, sin embargo al promulgarse la nueva constitución vigente por lo menos hasta hoy, consagra el régimen expresado en el contenido del artículo 109 que citamos textualmente: el Estado reconoce la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, estudiantes y egresados de su comunidad, dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica para beneficio espiritual y material de la nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario. Las universidades experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley.
Analizar en profundidad la sinceridad de este artículo a la luz de la práctica real llevaría a prolongado tiempo de reflexión, sin embargo bien vale la pena preguntarse ¿cuantas universidades experimentales han alcanzado su autonomía durante estos once años?, o el por qué de las limitaciones presupuestarias o de la constante crítica y diferenciación que ha pretendido crearse entre éstas y las otras, o que persigue la nueva ley.
La autonomía universitaria, condición que es parte de su esencia, transita también por cincuenta años de patria nueva y ante las amenazas que sobre ella se ciernen, los universitarios de siempre levantamos la voz para expresar nuestra permanente e irreductible actitud de defensa de este carácter que legado por el libertador simón bolívar, llevamos arraigado en el espíritu y el que hace posible nuestro diario quehacer.
En este transcurrir de eventos la Facultad de Odontología ha sido protagonista de numerosas acciones de impacto en su vida académica y en la vida nacional. De su seno surge por iniciativa de García Arocha, innegable su papel protagónico en la defensa de la autonomía y la democracia, en lo académico destacan: la fundación de la Asociación de Facultades y Escuelas de Odontología (Avefo); se crea el Centro Nacional de Materiales Dentales; se publica la historia de la Facultad; se realiza la transformación del plan de estudios, agrupándose la enseñanza en áreas afines; se redefine conceptual y doctrinariamente la enseñanza profesional; se inician los programas de postgrado; se reorganizan servicios; se adquiere el microscopio electrónico; se crea el Departamento de Odontología Preventiva y Social, primero en el país, y cuya creación marca el inicio formal de la enseñanza de la Odontología Social en Venezuela; se crea el Instituto de Investigaciones Odontológicas “Raúl Vincentelli”; se realizan las primeras experiencias extramurales, hoy docencia servicio, precursoras del actual servicio comunitario; ingresa la nueva tecnología representada en la instalación de turbinas de alta velocidad que sustituyen los elementos rotatorios tradicionales; la biblioteca amplía sus servicios; se edita Acta Odontológica Venezolana; el plan de estudios es objeto de secuenciales modificaciones a la luz de nuevas realidades; se estrechan relaciones con la Organización Panamericana de la Salud; se hace presencia en la Ofedo Udual; se crean diferentes servicios. Estos logros reseñados aquí sin orden cronológico alguno, muestran entre otros, el espíritu de trabajo, de búsqueda de la excelencia que ha prevalecido por encima de cualquier interés externo en la comunidad de la Facultad, dirigida por sus autoridades electas: Febres Cordero, Garcia Arocha, Henríquez, González Mendoza, Villalobos, Malavé, Rodríguez Urdaneta, Mota Potentini, Pieruzzi, Bechara, y más recientemente Navarro, apoyados por un cuerpo profesoral con mística y vocación.
Sin pretender realizar una división en la historia, sino más bien en apego a ella, debemos destacar un acontecimiento de gran significado, como lo es la elección por vez primera de una mujer como Decana en la UCV. Nos correspondió ostentar ese honor, marcar ese hito y a ello respondimos convencida de nuestras posibilidades, pero también conscientes de las limitaciones. Así permanecimos durante cuatro períodos consecutivos, trabajando por mantener y elevar los principios que nos fueran legados por nuestros predecesores y sostenida en ellos, elevar la calidad académica de la Facultad y procurar en todo momento un clima de armonía esencial para la diaria labor. Así destacamos el diseño y puesta en marcha de un nuevo plan de estudios, así como en su régimen de administración, una política de estímulo y apoyo a la formación y mejoramiento docente, ampliación de la oferta de programas de postgrado, reactivación del diseño curricular e inicio del curso de formación para técnicos protésicos, transformación del departamento de triaje en centro de investigación y diagnóstico clínico, creación del centro de atención a pacientes con enfermedades infectocontagiosas “Dra. Elsa la Corte”, se hace realidad la figura del estudiante asesor, se pone en marcha el programa de préstamo de instrumental a estudiantes de escasos recursos, con el apoyo del vicerrectorado académico, se crea la oficina de Educación Contínua, la que se fortalece en el tiempo y descolla por sus logros en la capacitación de estudiantes y profesionales, a nivel nacional se crean dos nuevas cátedras: psicología y anestesiología. Se afianza con nuestro apoyo el servicio de atención a pacientes con discapacidad, nuevos convenios con instituciones públicas y privadas. Importante acción para la recuperación, mantenimiento y modernización de planta física y equipamiento. Se inaugura la sala de simuladores para la práctica preclínica y para el ejercicio de nuevas técnicas en los cursos de educación contínua. Se introduce la Facultad al mundo de la información al crear y dotar la unidad de informática, se asume la importación directa como mecanismo idóneo para obtener mejores precios y excelente calidad en algunos renglones, se refuerza la estructura administrativa de la facultad. Se proyecta la facultad en su actividad cultural y deportiva al crear una coordinación para ello.
Las aspiraciones y búsqueda de nuevos derroteros, legítimo derecho de personas e instituciones nos llevan a asumir nuevas responsabilidades, sin embargo la facultad de odontología seguirá siendo la casa que nos vio nacer a la vida profesional y docente, en la que se afianzaron nuestros ideales de justicia, democracia, pluralidad, de su mano alcanzamos éxitos y también en y por ella hemos conocido de desencuentros. Por eso el estar hoy ante ustedes por generosa decisión de las actuales autoridades, presidididas por Aura Yolanda Osorio, en su carácter de Decana encargada, como oradora de orden en este acto de fiesta académica, nos infunde profunda emoción, más aún cuando la ausencia física de vuestro decano, nuestro hermano del alma, se convierte en presencia viva, no solo en nuestros corazones, sino en este recinto, en la facultad toda por virtud del permanente homenaje que a su memoria se le profesa en esta institución, que también para él fue cuna de esperanzas, semillero de sus acertados pasos por la vida profesional, inspiración para la ardua lucha que la vida universitaria y la vida de libertades exigen. En su nombre agradecemos tanto afecto y en su memoria expresamos el ferviente deseo porque nuestra facultad de odontología supere cualquier dificultad y se haga grande en el ejemplo que de dignidad, de ciencia, debe continuar proporcionando a quienes aquí se forman, a nuestra patria toda.
Al exponer su programa de gestión para 2009-2012, ubicaba Raúl a la Facultad de Odontología en el contexto de la universidad y al respecto señalaba:
“le corresponde a la Facultad como a todas las que integran la comunidad ucevista, un importante papel a desempeñar, participando de manera permanente y activa en una tarea interdisciplinaria para la construcción de alternativas superiores para la renovación de la sociedad y de la institución misma. En este sentido las acciones deben encaminarse a reposicionar a la Facultad en el ámbito universitario así como también en lo externo. La actual coyuntura que se nos ofrece al contar con un equipo rectoral permeable a los cambios, consciente de la situación particular y general de la educación superior y dispuestos a elevar a la universidad central de Venezuela, tanto desde el punto de vista académico como administrativo, no permite pérdida de tiempo y convoca a la formulación de proyectos tangibles, que partiendo de iniciativas individuales y/o de grupo, tanto profesorales como estudiantiles, así como de los demás sectores que hacen vida en la Facultad, tendrán el apoyo decidido del decanato para su tramite y consolidación”. Nosotras aquí lo ratificamos.
Y sustentaba su propuesta de acción “sobre sólidas bases representadas por el conocimiento de la Institución, de la experiencia de quienes le acompañarían en el equipo directivo el que estructuró en función de capacidades, del reconocimiento de la preparación de profesores independientemente de su orientación ideológica, en un profundo sentido de universidad, de sus principios democráticos y plurales. la decencia, la tolerancia y el respeto para él, constituirían norma, junto a ellos la disciplina y el rigor administrados con criterio racional. La disposición al diálogo y el contacto permanente con la comunidad de la Facultad, viviendo de manera directa los logros y los problemas de cada una de sus dependencias. Reconociendo las limitaciones que como humanos podemos tener en determinadas circunstancias y recurriendo a los de mayor experiencia para enriquecer nuestra gestión. Todo ello acompañado de honestidad y rectitud, valores trascendentales que como ciudadanos y docentes deben regir nuestra actuación.
Ese fue su norte, por el trabajó hasta el instante en que superiores designios pusieron punto final a su tránsito terrenal. Queda en ustedes la continuidad de su proyecto, el ejemplo de su dedicación, su espíritu abierto al permanente enriquecimiento intelectual y espiritual, su actuación ética, su tolerancia y comprensión que a veces parecieran ocultarse en su inmensa figura, similar al tamaño de su corazón.
Sé que así lo han procurado y en ello nos reconfortamos, no se trata de seguir hombres, hay que seguir ideas, principios, conciencia, calidad humana, dedicación, satisfacción colectiva. Así lo hacía nuestro Raúl. Imitar sus cosas buenas, perfeccionar y superar sus limitaciones es la tarea de este tiempo y aquí hay voluntad, hay reservas de moral y de talento, hay ímpetu de juventud que se renueva en cada estudiante que ingresa, en cada profesor que se inicia y que se forma en el día a día de luz y/o de sombra que acompaña el mensaje triunfal que transmiten permanente y emocionadamente las azules boinas de este mundo ucevista.
Culminamos ésta intervención con una cita de Febres Cordero que da validez a la frase con que iniciamos nuestras palabras:
“En el pasado fecundo que ennoblece con la obra de sus vidas los fundadores de nuestros estudios científicos, en el digno presente que honran con sus virtudes, su ilustración y su infatigable esfuerzo las presentes autoridades y profesores de la facultad y en el futuro promisorio sembrado en la esperanza de los estudiantes que ingresan a sus aulas, saludamos orgullosos y conmovidos el destino de la odontología venezolana”.
Colegas amigas y amigos todos: finalizamos con el deseo que el recuerdo de momentos traídos al presente en este día, sea el clima en el que germinen frutos de esperanza y fe en una Venezuela y en ella una facultad y una universidad cada vez mejor, teniendo siempre presente a la facultad de odontología de la ilustre UCV: Cultura de paz, libre, plural, democrática y autónoma.
Muchas gracias.
Caracas, 12 de enero de 2010