Llenando el "radiador"

por el Dr. Ricardo Javornick

 

 

Hay que entender que el cuerpo humano es una máquina. Igual que un carro. Tal como se le pone agua al radiador para que el carro no se recaliente, al cuerpo humano hay que hidratarlo para reponer el líquido que se pierde en el enfriamiento.

 

Durante el ejercicio físico, el enfriamiento ocurre por medio de la evaporación.

 

Con la evaporación, el cuerpo se enfría y se pierde parte del líquido que se produjo durante la sudoración. Al botar ese líquido, disminuye el volumen de sangre. Esta se vuelve más espesa y el corazón tiene que trabajar más. Al disminuir el volumen de líquido en el cuerpo se producen síntomas que van desde los más ligeros hasta los más graves (en atletas).

 

En una clase de aeróbics puede producirse una deshidratación leve que disminuiría en 10 por ciento la resistencia aeróbica. Sólo con bajar de 2 a 3 por ciento en peso corporal en sudor, ya se disminuye el volumen de sangre, y por lo tanto la eficiencia aeróbica de la persona.

 

A nivel muscular, la deshidratación también influye. Para funcionar perfectamente, el músculo requiere estar en un medio acuoso con una concentración de sales específicas. Cuando una persona comienza a deshidratarse, se presenta fatiga muscular, y en momentos más avanzados, calambres (éstos tienen un origen multifactorial). Luego, en general, se trastorna la termorregulación y el individuo deshidratado se recalienta más.

 

Cuando un carro se recalienta, se para. El cuerpo humano también lo hace.

 

En el caso extremo de un atleta que se deshidrata: puede sufrir desmayos por calor y lo que es más grave, "golpes" de calor.

 

La mejor manera de hidratarse es antes, durante y después del ejercicio. Una hora antes, un vaso de líquido; media hora antes, otro vaso. Durante el ejercicio, un vaso cada 15 a 20 minutos (para mantener al "radiador" en la zona verde, que no pase a la roja). Finalmente, después del ejercicio es fundamental hidratarse lo antes posible. No esperar hacerlo con los alimentos.

 

Hay que volver "a nivel" más rápido, preferiblemente con el uso de bebidas que contengan azúcar y sales en ciertas concentraciones, porque éstas ayudan a la recuperación con mayor eficacia.

 

Lo ideal para calcular la dosis del líquido a reponer después del ejercicio es pesarse antes y después, y deducir la dosis de agua que se ha perdido.

 

Existen por lo menos cuatro trabajos científicos de 1992 que demuestran que a los 40 minutos de ejercicio hay disminución del sodio. Aunque es lógico suponer que se pierde más agua que sodio, y que el balance hidroelectrolítico (de electrolitos como el sodio y el potasio) no esté muy alterado según los estudios en sangre, es necesario tener sales para que entre más agua al Sistema. Este fue el gran descubrimiento del año 1982 que se hizo para combatir el cólera. Gracias a una bomba celular llamada glucosa-sodio, cuando se pone glucosa y sodio, se absorbe 20 por ciento más de agua dentro del cuerpo y de manera más rápida que si se toma agua sola.

 

Lo ideal es que las bebidas contengan de 5 a 8 por ciento de glucosa.

 

 

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