Breve Historia de la Escuela de Estudios Internacionales

 

Cuando el mundo aún no se reponía de los estragos humanos y materiales de la Segunda Guerra Mundial y se comenzaba a vivir la violenta expansión del comunismo, cuando en Latinoamérica estaba por comenzar un nuevo ciclo de dictaduras y en Venezuela escalaban las tensiones que culminarían con el golpe de estado de noviembre, fue creado en la Universidad Central de Venezuela el Departamento de Estudios Internacionales. Era la materialización de un viejo proyecto que se había abierto espacio en tiempos difíciles, de la mano de ilustres venezolanos convencidos de la necesidad de contar con un servicio diplomático y consular profesional. Los pasos decisivos los dieron la Cancillería, en 1916 y 1936, y la UCV a partir de 1948.

 

Entre 1916 y 1921, de la mano de Esteban Gil Borges,  junto a la creación de una estructura profesional para la promoción del comercio exterior se desarrolló en el Ministerio de Relaciones Exteriores un curso especial para la formación de personal diplomático y consular. De  1936 a 1939, el mismo Gil Borges, otra vez Canciller, promovía nuevamente ese proyecto. La necesidad de profesionales era cada vez más apremiante: se escuchaban desde Europa los tambores de otra guerra, el sistema hemisférico de seguridad estaba por construirse y el impulso al comercio exterior requería redoblados esfuerzos.

 

Mediando octubre de 1948, Luis Cabana –diplomático egresado del Curso para la Admisión en las Carreras Diplomática y Consular– puso a andar en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales el Departamento, hoy Escuela, de Estudios Internacionales. Desde entonces, varios miles de internacionalistas han egresado de esa Escuela, hasta hace pocos años la única que incluía en su plan de estudios las materias legalmente exigidas –hasta el cambio de la ley correspondiente en el año 2001– para ingresar por concurso al servicio diplomático y consular.

 

Al paso del tiempo, las relaciones internacionales se han vuelto más complejas y necesitadas de las más diversas especializaciones. También se han abierto a los internacionalistas, cabe anotar,  nuevos campos de estudios de postgrado y de ejercicio profesional.  Con todo, las nuevas exigencias y oportunidades no han desplazado la necesidad de la diplomacia profesional: en capacidad de crear espacios de coordinación, identificar oportunidades de cooperación y, especialmente, con las destrezas para prevenir la confrontación o, de no poder evitarla, abrirle cauces pacíficos a su solución. Le corresponde ser enlace natural entre el país y el mundo, creadora y magnificadora de oportunidades, reductora de riesgos.

 

Asimismo, en medio de las grandes transformaciones de las relaciones internacionales, la Escuela también ha experimentado considerables cambios en su misión. La EEI ya no es considerada una “escuela de oficio”, destinada a formar primordialmente profesionales orientados al servicio exterior y a la diplomacia, sino que ha evolucionado paulatinamente hacia un proceso de enriquecimiento y profundización de los conocimientos, herramientas y competencias que comprende la formación de los internacionalistas. Hoy en día, sus egresados son profesionales capaces de desempeñar diversas tareas y funciones en el complejo mundo de las relaciones internacionales, desde una perspectiva crítica y reflexiva.

 

Misión y Visión

Misión de la EEI

La misión de la Escuela de Estudios Internacionales es la de formar un integral profesional de las Relaciones Internacionales que abarque elementos de analista, investigador y negociador, sobre la base de un abordaje multidisciplinario de la realidad mundial.

Visión de la EEI

Consolidarse como la Institución pionera en el estudio de las relaciones internacionales desde una perspectiva dinámica, integral e interdisciplinaria  que permita promover el diálogo, la convivencia, la tolerancia, la democracia y la cultura de paz, a los fines de hacer posible un mundo más humano.

CIUDAD UNIVERSITARIA DE CARACAS
"PATRIMONIO MUNDIAL" (UNESCO, 2000)

"La mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y respeto del pueblo, y ese respeto asienta sus bases en la educación y en el fomento de su conocimiento". (Carta de Atenas, 1931)