Facultad de Medicina celebró el éxito alcanzado por sus estudiantes, sin olvidar la grave situación del país (Discursos)

 

En el transcurrir de las últimas dos semanas, nuestra Facultad ha realizado dos actos académicos de significativa importancia y que representan la culminación de una etapa para nuestros estudiantes. 

 


Cada acto de imposición de medallas permanece en la memoria de todo profesional ucevista, no solo porque en ellos se reconozca y celebre el éxito alcanzado en los estudios de pre y postgrado, sino también porque los graduandos tienen la oportunidad de escuchar un mensaje de la máxima  autoridad de nuestra facultad. El Decano en cada oportunidad, ofrece a través de su discurso orientaciones para el buen desempeño en la vida profesional, considerando aspectos relevantes y de actualidad. 

 

En el acto académico de postgrado del miércoles 07 de junio, el Decano, profesor Emigdio Balda, realizó la lectura del siguiente párrafo,  extraído de una carta escrita por Laureano Márquez a los médicos venezolanos:

 

“Querido amigo: gracias por dar la cara por la salud y recibir heridas de aquel de quien te vengarás salvando la vida de su hijo o la suya propia. Gracias por tu humanidad toda, por la santidad de tu vida cotidiana, por las causas que apoyas en los lugares más remotos, por actualizarte cada día en un país al que ya no llegan las revistas de medicina. Gracias por hallar un sustituto al remedio que no se consigue, o por dármelo tú mismo, aunque en ello se te vaya la vida cruzando el mar. Gracias por las consultas que no causaron honorarios cuando me suponías pelando. Gracias, pichón de médico, que saliste a una calle insegura a entregar tu vida salvando a tu hermano”.  

 

Discurso completo acto de postgrado, miércoles 7 de junio de 2017

 

En ocasión del acto de imposición de medallas del jueves 15 de junio, los estudiantes de pregrado de nuestra Facultad se expresaron considerando los acontecimientos actuales. 

 

Por su parte el profesor Balda, finalizó su discurso con la lectura de un artículo de Jorge Ignacio Nevett, titulado “Yo me quedo con ese país”:

 

“De los argumentos que más desmotivan cuando se habla de la reconstrucción del país, es que somos una sociedad que perdió sus valores y principios, que estos 18 años nos convirtieron en un país lleno de gente mala, corrupta y conformista, que arreglar eso es lo que más tiempo y esfuerzo nos va a costar … en fin, que seremos generaciones perdidas. 

Y yo les respondo: somos el país que, cuando tu abuelo necesita una medicina un desconocido en otra ciudad te la consigue por twitter, donde los médicos donan su tiempo para trabajar gratis en hospitales públicos, donde los profesores trabajan por vocación y no por sueldo, donde los vigilantes les abren las puertas a los manifestantes para que se escondan de la represión, donde las abuelas se enfrentan a los guardias nacionales para resguardar a los chamos, donde las clínicas privadas asumen el costo del tratamiento de los heridos en las marchas cuando el paciente no lo puede costear.

Somos el país del movimiento estudiantil, de los cascos verdes, de los escudos pintados a mano, de la nueva generación política que estudió y se preparó para regresar y dedicarle la vida a salir de este régimen, de los líderes políticos que van de primeros en la marcha con los brazos entrelazados sabiendo lo que les espera.

Somos la mayoría que atacan y que igual vuelve a salir al día siguiente, el país que se queda dando la batalla, el país que emigra y deja el nombre de Venezuela en alto, porque somos trabajadores y estamos preparados.

Es verdad que estos 18 años sacaron lo peor en algunos, pero también sacaron lo mejor de muchos… y somos mayoría.

Yo me quedó con ese país.”  

 

 

Discurso completo acto de pregrado, jueves 15 de junio

 

CIUDAD UNIVERSITARIA DE CARACAS
"PATRIMONIO MUNDIAL" (UNESCO, 2000)

"La mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y respeto del pueblo, y ese respeto asienta sus bases en la educación y en el fomento de su conocimiento". (Carta de Atenas, 1931)