Noticias de la Dirección de Información y Comunicaciones (DIC)

El mundo puede cambiar

09/06/2015 10:48 Antigüedad: 9 años
Por: DIC/UCV

 

Escrito por: María Gabriela Mata Carnevali (*)

El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”, dice un lema de Amnistía Internacional. “Tenemos que ser el cambio que queremos ver”, sentenció Gandhi. “Sabemos que cada esfuerzo que hacemos por mejorar la sociedad, sobre todo cuando la sociedad está llena de injusticia y pecado, es un esfuerzo que Dios bendice, que Dios quiere, que Dios nos pide”, afirmó por su parte Monseñor Romero, beatificado el sábado 23 de mayo en San Salvador  para  regocijo de los fieles latinoamericanos.

 

La retirada por el Tribunal Provincial de Luanda de los cargos penales por difamación presentados contra el periodista angoleño Rafael Marques de Morais en mayo fue reseñada como una victoria para los defensores de los derechos humanos.

 

Morais se enfrentaba a 24 cargos penales por difamación por publicar en 2011 un libro en Portugal en el que se ponían de relieve la corrupción y las violaciones de derechos humanos presuntamente perpetradas por generales del ejército de Angola y empresas que operan en las comunidades del país dedicadas a la extracción de diamantes. La retirada de los cargos demuestra a las claras que no había motivo para acusarlo, ya que  su único delito había sido documentar violaciones de derechos humanos. Sin embargo, a los pocos días la justicia angoleña reabrió el caso y lo sentenció a seis meses de prisión. Las ONGs no se rinden y continúan peleando por su liberación.

 

En el mundo hay muchas causas que ameritan nuestra acción decidida. Una de ellas comprende los problemas inherentes a las migraciones. 

 

La repetición de la tragedia de los inmigrantes que se ahogan en el mar Mediterráneo, “evoca el fantasma de la trata transatlántica de esclavos”, dice el jesuita nigeriano Agbonkhianmeghe E. Orobator. La repulsión con la que ahora reaccionamos a la trata de esclavos también debe aplicarse a esta crisis de hoy, y debe orientar nuestros pensamientos y acciones hacia una respuesta más humanitaria. Pero los 3.4oo muertos del Mediterráneo en el 2014, según datos de la ONU, son apenas una arista del problema. Los partidos radicales europeos usan el “miedo a la invasión” para sumar votos. La integración de los extranjeros a la sociedad se resiente de ese “miedo al otro”.

 

No muy distinto es el panorama en Estados Unidos, país al que muchos acuden en búsqueda de realizar “el sueño americano”.

 

Asociado a la inmigración está el tema de los refugiados. La Convención de la ONU  define al refugiado como una persona que tiene un temor bien fundado de persecución debido a su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social específico, u opinión política, que está fuera de su país de nacionalidad y del cual no puede – o cree que no puede – obtener protección. Sin embargo, organizaciones regionales tanto en África (Unión Africana, 1969) como en América Latina (Organización de Estados Americanos, 1984) han desarrollado definiciones más amplias, que incluyen los desplazamientos masivos que ocurren como resultado del hundimiento social y económico típico de un contexto de conflicto… Es decir, los refugiados son un grupo particular entre los inmigrantes,  y los países receptores,  por lo general los países vecinos, contrariamente a lo que dicta el Derecho Internacional,  los acogen con recelo o se cierran sin más.

 

A los venezolanos los temas en torno a la libertad de expresión y la migración no nos son indiferentes. Tampoco el de los presos políticos.  Los DDHH, en general,  están en el centro del debate nacional  pues  el gobierno, que tiene la obligación de protegerlos o garantizarlos,  abiertamente los viola en nombre de supuestas amenazas a la soberanía;  y debemos activarnos  para defenderlos.

 

El señalar al gobierno no debe verse como un acto meramente político, que lo es; sino como un deber ciudadano. Los defensores de los DDHH siempre tienen que vérselas con los gobiernos.  De hecho, en sentido estricto, solo los  Estados pueden violarlos. Las ofensas a la dignidad de la persona pueden tener diversas fuentes, pero no todas configuran, técnicamente, violaciones a los derechos humanos. La nota característica de las violaciones a los derechos humanos es que ellas se cometen desde el poder público o gracias a los medios que éste pone a disposición de quienes lo ejercen.

 

En todo caso, no es momento para mirar a otro lado.  La indiferencia nos hace cómplices.

 

(*) Centro para la paz y los DDHH UCV

matacarnevali@gmail.com

 


CIUDAD UNIVERSITARIA DE CARACAS
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"La mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y respeto del pueblo, y ese respeto asienta sus bases en la educación y en el fomento de su conocimiento". (Carta de Atenas, 1931)