- Año de Creación: 1958
- Director: Sergio L. Arteaga L.
- Ubicación: Plaza Cubierta El Rectorado Nivel Pasillo.
Yolanda Moreno: La negrita de pan de trigo
La UCV le rinde homenaje hoy, 13 de junio, en el Aula Magna Esa tierra, trigueños, yo lo sabía. Pero… perdí los libros de geografía. Negro que nace negro, negro se va y estas cositas güenas que yo he pintao, son puras invenciones pa conversá!”, Manuel Rodríguez Cárdenas
El poeta, Manuel Rodríguez Cárdenas, revela a esa negrita de “Pan de Trigo”, en la tierra de trigueños que era la Caracas de los techos rojos y pule, como a un diamante en bruto, a una de las más grandes protagonistas de la danza nacionalista: Yolanda Moreno.
Es imposible escribir la historia de la danza en nuestro país, sin encumbrar la existencia de quién ha sido su máximo exponente. Yolanda Moreno es ya un patrimonio cultural de la Nación, una de las más dignas exponentes del folklore venezolano.
Nacida en la popular parroquia San Juan, en el seno de un hogar humilde, la bailarina de pueblo Venezolano nos cuenta sus orígenes “Mi padre era chofer y mi madre realizaba lo que antes llamaban oficios del hogar, que era ocuparse de nosotros, lavar, planchar y cocinar. Somos cuatro hermanos, dos bailarinas; Patricia, la mayor, bailarina de ballet y de danzas nacionales; Celina, enfermera instrumentista quien trabajó en el HCU; y Carlucho, graduado en telefonía”, refiere orgullosa los oficios de sus más allegados familiares.
“Nací bailando, me llevaban a la plaza durante los carnavales, bailaba y cantaba como un jilguero. Me llevaba Raúl López, quien estaba formando el coro para los trabajadores. Entré a los doce años en el “Retablo de Maravilla”, era como lo que hoy día es el Sistema de Orquestas, estaba compuesto por un coro, una coral, madrigalistas , grupo de teatro, cuatro agrupaciones de danza, guiñol, conducido por Doctor Manuel Rodríguez Cárdenas, quien fue mi esposo”, cuenta Moreno con un halito de nostalgia.
La danza y el amor llegaron juntos
El amor en la vida de Moreno tiene dos aristas: danza y amor conyugal, porque va indisolublemente ligado a la vida del quien se convirtió en su esposo, el Doctor Manuel Rodríguez Cárdenas. “Yo pertenecía al coro, era contraalto, él me veía y me pasaba la mano por la cabeza y me decía: “Esta negrita Pan de Trigo”. Conforma entonces el primer grupo de danzas, no había coreógrafo, pero como al Retablo arribaban bailarines extranjeros, se creó el primer grupo “Cerro el Ávila”, Danzas venezolanas; después “Tierra Firme”, con danzas latinoamericanas, y luego “Caracol de Bronce y Danza”, y “Cantos Patrios”, estos cuatro grupos se unen y hacen es un espectáculo venezolano y latinoamericano para la inauguración del Aula Magna”, relata.
Para la bailarina del pueblo venezolano, hablar de su esposo es un capítulo aparte en su vida y relata que fue él quien hizo de sus cualidades, un exponente del folclore venezolano. “Fue poeta, cuentista, ensayista, orador, cronista, profesor universitario, director y columnista de diarios nacionales, creador de instituciones teatrales y culturales para los obreros, como el “Retablo de Maravillas”, Director de Cultura del Ministerio del Trabajo, doctor en Ciencias Políticas, en 1938, post grado en la Universidad de Columbia en Estados Unidos y es uno de los fundadores de la Escuela de Comunicación Social de la UCV”, enumera los logros y asiente que nunca se le ha dado el lugar que merece en la historia de la cultura en Venezuela.
Al alma no se le hace cirugía
Cuando le preguntamos sobre el secreto de esa fortaleza, juventud y espíritu inquebrantable que contagia y transmite a su alrededor, Yolanda Moreno responde. “El secreto es tener el alma limpia, no tener odio. Todo lo veo rosadito, si no me amargaría, sufro a veces por mis bailarines, pero les digo que siempre hay una luz en el fondo del túnel. Me veo cada día más vieja. A veces digo, me voy a hacer la cirugía, después pienso ¿para qué? Si al alma no se le hace cirugía, allí está siempre transparente y eso es lo que transmito”, resaltó.
“Formo parte de los billetes venezolanos. La gente se acostumbró a verme. Todo el mundo me conoce, los viejos por viejos, los jóvenes también. Todo se puede cuando se quiere, yo tuve dos hijos y enseguida me incorporaba a las clases de ballet y danzas. Nunca paré, sólo los últimos días de los embarazos, pero a los dos meses ya estaba igualita”, señala con picardía.
El mundo la aclama
Yolanda Moreno ha llevado su talento a muchos países, recorrió tres veces los Estados Unidos e igual número de visitas a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y en América Latina visitó Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador y Colombia. En Europa logra el primer lugar en el Festival Mundial de la Danza realizado en 1980 en Agrigento, Italia.
“El primer viaje por el Caribe fuimos a todas las islas, en especial recuerdo Puerto Rico Haití, República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Honduras, El Salvador hasta llegar a Miami. El Retablo no paraba, fue hecho con hijos de trabajadores, gente humilde. Después de la gira se crean danzas nacionales en los países que recorrimos, semejante a la experiencia de la Orquesta”, explicó.
He sembrado en buena tierra
Moreno sin una expresión de inculpar a nadie, recuerda que se le acusó de perejimenista, luego de tergiversar la danza en Venezuela, así como ha tenido amantes de su arte, no le han faltado los detractores. “Yo me he mantenido en esto en base de la exposición y aceptación de los medios, me acusaron también de comerciar con el folklore. En este momento no hay apoyo alguno y vivimos de nuestras presentaciones”.
“Mi gran satisfacción es saber que los jóvenes quieran conocer lo que he hecho y hago. Hay mucha gente sencilla que se me acerca y recibo regalos de santos populares para que me acompañen porque la gente me ve así y me regala. Nunca he torcido mi línea”.
“A los que quieran dedicarse a este oficio, les recomiendo que estudien, sean honestos, creativos, no dejen de estar siempre informados de lo que está sucediendo en el arte y lean, lean, lean, la lectura te lleva a otros mundos y te purifica”, precisó Moreno.
“El anhelo más grande que deseo es que un día, el Estado venezolano comience esta obra que es Danzas Venezuela y la fortalezca, puedo no estar, pero a lo largo y ancho del país tengo a mi gente. He creado una nomenclatura, un programa, peinados, uniformes, esto es disciplina y se lo debo a mi primera maestra, Margarita Bremer, una austriaca que me enseñó el oficio”, recordó.
“El arte de la danza es un lenguaje universal, el medio de penetración que puede tener un pueblo. La danza siempre es paz”, acotó.